Hace unos días, cuando esperaba el comienzo del programa, otra voz me impresionó, me erizó el vello, me sobrecogió el alma ( a mí y a miles y miles de rosaventeros) cuando escuché el cominicado que daba Onda Cero: el fallecimiento de JUAN ANTONIO CEBRIÁN, repentino, a traición, sin darle tiempo a despedirse. Supongo que "la negra Parca", sabiendo de su enorme corazón, se aprovechó para darle una estocada por la espalda y dejarnos huérfanos a todos los noctámbulos.
Puedo imaginar la enorme alegría de Pedro cuando vaya a abrirte las puertas de su reino y también te imagino a tí, amigo, narrándole tus PAISAJES DE LA HISTORIA a Alejandro Magno...Julio César...Marco Polo...Napoleón...y tantos y tantos otros. Desde mi humilde taberna sólo se me ocurre dedicarte esta Elegía y hasta siempre compañero del alma.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas
compañero del alma tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler,me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro,un golpe helado,
un hachazo inviisible y homicida,
un empijón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada
no perdono a la vida desatenta
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras,rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero mirar la tierra y encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se ira a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón,ya tercipelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchasa cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández