miércoles, 14 de noviembre de 2007

Cuestión de hormonas


Hay tres cosas que me irritan las hormonas femeninas (dicen que las de la mala uva), las dos primeras las obviaré porque son personales e intransferibles y la tercera es la llamada clase (?) política, y curiosamente mi irritación es inversamente proporcional al puesto que desempeñan, me explico: según va bajando el nivel del cargo político mayor alteración van sufriendo mis hormonas.
Resulta que para cualquier trabajo, más aún en la administración, a los candidatos se les exigen unos requisitos sin los cuales no pueden tener acceso, tales como titulación mínima, preparación, oposiciones,etc..., y atendiendo a los criterios se va a determinar a qué grupo retributivo tendrán acceso, además todo ello regulado reglamentariamente. Los alcaldes no (hormona irritándose), ellos sólo tienen que parecer que son simpáticos durante la campaña de "engaño" electoral, no hace falta que tengan estudios, ni conocimientos mínimos, ni que conozcan nuestra Carta Magna , ni siquiera que apenas entiendan lo que leen en algunos casos.
De nuestra subida salarial (2%), se encarga cada año nuestro querido gobierno, eso sí aplicada con el máximo rigor posible y siempre por debajo de la inflación ,sea la oficial o la real. A los alcaldes no (hormona irritándose), ellos simplemente se asignan su sueldo (conozco porcentajes de 38%), sus dietas (comidas), sus gastos de representación (invitaciones), sus desplazamientos (sin comentarios).
Nuestra jornada laboral, periodo vacacional, etc...está legislada y reglamentada hasta el más mínimo detalle. La de los alcaldes no (hormona irritándose), ellos son autodidactas y se autorregulan, deciden cuando , cómo y donde trabajar.
Así que a mis queridas hormonas sólo le quedan dos consuelos, a saber, que a pesar de todas esas ventajas mis escrúpulos no me permiten hacer carrera política y que en mi próxima reencarnación no quiero ser alcalde.